La proyectada Unión Centroamericana que se esfumó el 2 de
Abril de 1885, si trajo un Namasigue, fue benéfica en las relaciones
diplomáticas entre Guatemala y Honduras, iniciándose desde Septiembre de 1884
un acercamiento espiritual franco y sincero entre los dos países. El General Justo Rufino Barrios, galantemente
hizo efectivo ese acercamiento, enviando mensajeros de buena voluntad, que
sembraran en el corazón de la niñez hondureña, principios de la redentora
revolución de 1871. Estos mensajeros no fueron diplomáticos, ni catequistas
religiosos, sino apóstoles de noble magisterio, con la resignación filosófica
de Séneca, generosos y buenos, que tratan a los niños, con habilidad, prudencia
y tacto natural. Puedo así afirmar de los maestros guatemaltecos que conocí y
que cupo en suerte a la generación que recibimos las enseñanzas de estos
maestros; José Clemente, Víctor Chavarría y José Inocente Orellana, el
condiscípulo de don Pedro Nufio, modesto como éste y todos buscaban en el
trabajo su descanso y en amena charla impartían más de un conocimiento útil.
En la calle de Bolívar, de esa ciudad, me encontré cierto
día al Profesor Orellana y su señora esposa doña Carlota y después de rendirle
expresivas gracias por el obsequio de su libro “Prosodia”, última de sus obras
didácticas editadas, recordando mis alegres días de colegial en Yuscarán le
pregunté: Maestro, dígame cuál era la asignatura que servía con más entusiasmo,
pues siempre lo manifestaba Ud. en todas y era difícil averiguarlo.
El mejor Fiscal, me dijo, para apreciar la prueba es el
alumno y Ud. convendrá conmigo que la misión del maestro es ponerlo en
condiciones de ir enriqueciendo su mundo intelectual y moral para aplicar y
apreciar en su valor los conocimientos y a su mentor.
Sin ofender su larga y fructífera labor pedagógica, le
manifiesto que como maestro lo aprecio altamente; pero también en otro orden.
Yo había oído solo villancicos y cantos profanos y los tonos musicales no
dejaban en mi alma impresión alguna; mas, cuando Ud. trazó en el pizarrón el
pentagrama con sus notas y sucesivamente fue imprimiendo su valor musical hasta
enseñarnos himnos y canciones patrióticas, con su voz dulce y melodiosa, lo
admiré como artista; también, cuando el Director don Clemente Chavarría
preparaba una de sus grandes veladas festejando el aniversario de nuestra
independencia y con pocos días de anticipación comisiono a Ud. para adornar el
Salón de Actos Públicos con los retratos de los próceres americanos y Ud. con
mano febril acometió la empresa de dibujar a crayón a los Padres de las
Naciones de América, para que acompañaran a los nuestros en el Gran Día de la
Patria. Bien recuerdo como se iban presentando en su caballete: Washington,
Hidalgo, Morelos, Bolívar, Sucre, San Martin, Miranda etc., a la invitación de
sus colegas Centroamericanos.
No recordaba este incidente de mi vida profesional y
mucho le agradezco su opinión que viene a ser un rocío que refresca mi
existencia, me dijo con sonrisa benévola. Pocos meses después el Profesor
Orellana cerraba sus ojos para dormir el sueño eterno. Duerme en paz, querido
Maestro, que tres generaciones de tus alumnos velan tu sueño y te recuerdan
siempre con cariño y gratitud.
Tegucigalpa, D.C, Febrero 1 de 1944
En el ejemplar número 3 del mes de febrero de esta revista, publicamos fotografías e información sobre los maestros a que hace referencia el extinto abogado Don Jacinto Rivas.
Fuente: Revista del Archivo y Biblioteca Nacional de Honduras, Vol. 22,
Publicado en la Revista Yuscarán "Ayer y Hoy" Número 8, de Agosto 2013
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