Por William V. Wells
Ingenio de la mina de Guayabillas, año 1887 |
Esta mina es una de
las primeras en ser descubiertas en Yuscarán junto a la mina Quemazones, la
mina Guayabillas llego a ser considera la mina de Plata más rica de
Centroamérica, existen muchas historias
en cuanto a ella. El siguiente es una transcripción literal de los relatos que
el norteamericano William V. Wells incluye en su libro “Exploraciones en
Honduras” publicado en 1857, antes les
brindo un resumen de quien fue Wells, ya
que es uno de los primeros en escribir acerca de Yuscarán y sus minas.
William V. Wells
Nació
en Boston, Massachusetts, el 2 de enero de 1826. Fue educado en la escuela común de su ciudad natal, se
convirtió en un marinero y oficial de la marina mercante. Después que
participara en la minería y otras empresas comerciales fue un agente de
capitalistas norteamericanos en la obtención de clausulas, contratos y otras
ventajas de gobiernos extranjeros, viajando por ello a diversas partes del
mundo, fue después cónsul general de Honduras en los Estados Unidos.
El Sr. Wells fue
editor de varios periódicos en San Francisco y corresponsal de diversas
revistas de diferentes partes del mundo, y es el autor de “Exploraciones y
Aventuras en Honduras" (1857)
En 1856 Williams
Wells vino a Honduras, específicamente para explorar la zona de Olancho, con la
esperanza de lograr contratos entre propietarios locales y capitalistas
norteamericanos para la explotación de minerales, especialmente el oro. El
relato de Wells aunque un poco despectivo es bastante descriptivo de las
condiciones socio-político-económico de la Honduras de mediados del siglo XIX.
Aunque en su libro, Wells o sus editores hacen uso de algunas de las
ilustraciones que aparecen en los libros de Squier, también hizo uso de los
servicios de un dibujante Hondureño, al que desgraciadamente solo nombra como
el “Señor L”
La Mina de Guayabillas
Unas pocas semanas antes de dejar Tegucigalpa, fui
presentado al Capitán Moore, quien mandó hace tiempo una fragata pero estaba
ahora retirado a media paga y por catorce años se habida dedicado al trabajo de
minas de plata en Centro América. Sus ojos azules y brillantes y sus facciones enérgicas,
patentizaban una actividad y una salud que no podían esperar de su edad avanzada y de sus cabellos y
barba blancos. Recientemente había importado de Inglaterra una máquina a vapor
bastante costosa, que compró con el producto de sus actividades mineras en la
vecindad de Yuscarán, donde tenía como empleados cincuenta hombres con un
salario de un real por día y por esto al fin, estaba realizando una rápida
fortuna. Los nativos, entre quienes él es muy popular, le llaman
El Capitan Morey. Me dijo que había gastado dos meses en procurarse los
documentos necesarios para importar su maquinaria y por algún error corrió el
riesgo inminente de que se la confiscara el Gobierno. El Capitan Moore hablaba
de Dunlop, el autor de “Travels in Central America”, con quien tuvo agradables
entrevistas en 1846. Dunlop se refiere a él como el único extranjero que había
intentado trabajar modernamente minas de plata en Centro América. Sobre las
minas se cuentan las más maravillosas historias, algunas de las cuales forman
la base de leyendas similares a las relacionadas con el jugoso Lago de Parima,
“El Dorado”, o sea la búsqueda de la ciudad del Oro. Las más célebres minas del
Estado, la mayor parte de las cuales han venido a amenos, son las de
Guayabillas, Malacate, Mairena, Coloal, Tabanco, Gatal, El Plomo, Opoteca,
Cuyal, San Martin, Caridad y El Corpus.
De las viejas
tradiciones mineras, la que menos participa de lo fabuloso es tal vez la
célebre mina de Guayabillas, todavía considerada por las viejas gentes como la
mina de plata más rica que se ha conocido en todo Centro América. Mi amigo el
señor Lozano, que tenía predilección por su confortable hamaca y por un buen
oyente, se refirió a menudo a esta mina y de él oí relatos que corroboraban lo
dicho por muchos otros.
Se asegura que los Argeñal, después de la
independencia regresaron con otras familias leales a España y que sus
propiedades, una vez confiscadas se dejaron perder. La revolución, no obstante,
fue incruenta en Centro América y no había razón para que aquellas familias que
eran leales a la corona temieran la violencia del pueblo. No fue sino hasta
1838 que el Sr. Bennett, capitalista inglés tuvo éxito con sus socios al
adquirir la posesión parcial de la mina de Guayabillas. En aquel tiempo las
galerías y socavones estaban casi obstruidos con tierra y ripio, para removerlos
fue necesario hacer grandes desembolsos. La empresa fue dirigida bajo un plan
adecuado a la conocida riqueza de la mina.
De Cornwall se trajo un grupo de mineros, cuyos
descendientes aun viven en Honduras: se aprovecharon los servicios de sabios y
la mina se reabrió, después de un año de trabajo no remunerativo, bajo los
auspicios de nativos y extranjeros, difícil de estimar, desde aquel periodo, la
extraordinaria producción de la mina. Cerca de veinte personas viven ahora en
Tegucigalpa que son propietarias de pequeñas participaciones en la empresa y
por ellos supe de los dividendos semanales de la producción. La broza de esta
mina, que se dice ser la más rica en Honduras, se halló cubierta con plata
virgen cuando fue descubierta hace más de medio siglo. La fundición se hacía en
inmensos hornos construidos cerca de los trabajo. El Gobierno parcialmente
interesado en la empresa favoreció las operaciones. Los socios tanto nativos
como foráneos, se hicieron ricos. Los relatos de “los buenos tiempos de Guayabillas”
todavía circulan en Honduras y su antigua reputación, calificada como fabulosa,
fue nuevamente ganada. Se exportaron, vía Belice, grandes cantidades a
Inglaterra, donde la fama de la mina fue pronto conocida. A los trabajadores se
les pagaba haciendo éstos grandes filas y se ocupaba del mediodía hasta la
tarde todos los sábados para hacerlo. He aquí una ilustración de peso de lo que
vale el capital, la labor y la técnica extranjera en Honduras “Pero”, continuó
mi informante, “la fatalidad del país no podía tolerar tal anomalía en la
historia de Honduras. Ferrera, instrumento cruel del partido aristócrata,
ascendió por fraude a la presidencia; la propiedad fue confiscada; los ricos
fueron asesinados o extrañados, toda la gente respetable y honesta fue
proscrita; y todos los negocios trastocados y arruinados.
Ningún distrito en el departamento de Tegucigalpa es
tan bien conocido por los extranjeros o goza hoy de tanta reputación como éste.
Ha sido el campo de trabajo de numerosas empresas algunas de las cuales
amasaron grandes fortunas. La ciudad de Yuscarán se halla en el centro del
distrito. Como doce minas se han estado trabajando o han sido abiertas en los
últimos diez años. Las minas más refutadas en su historia son: la de Guayabillas,
a cuya extraordinaria productividad me he referido antes, la de las Iguanas, en
muchos aspectos con historia igual a la anterior y que aunque se sabe es rica,
se halla ahora abandonada. La de El Capiro, que está en las cercanías de
Yuscarán, es muy antigua y recientemente fue reabierta y la trabajan con éxito
los señores Uncal y Ferrari de Tegucigalpa. La de Las Quemazones, que se
trabaja con todo provecho y con maquinaria burda por una sociedad local. La
Malacate, que se trabajó anteriormente con gran provecho por una compañía
nacional. La Suyatal, cuya broza tiene un porcentaje de oro y es ahora
propiedad del señor Fúnez, de Yuscarán, que la trabaja solamente para conservar
su título de propiedad, llenando los requisitos que prevén las “Ordenanzas de
Minería”, cuerpo de disposiciones
legales que desde el tiempo de
los españoles no ha sufrido menor cambio. La de Monserrat, que aunque antes
produjo en gran cantidad, hoy no se trabaja.
Pertenece esta mina a un señor ingles de apellido Collier casado con una
señora de Tegucigalpa (D. Jorge Collier,
natural de Dublin, casado con Da. Francisca Lazo, hermana del compañero de Wells
en su viaje a Olancho), la mina del
Roble, que pertenece a la familia Argeñal, produjo otrora inmensamente, pero
ahora se haya abandonada. La Mina de Rivas, que según se dice, es rica y no se
trabaja por falta de capital. El Corpus, vieja mina cuya riqueza increíble causó
hasta duda de que el metal que de ella se extraía fuera tal, se cree está en
este distrito. Todas las brozas de estas minas contienen oro.
Fuente “Exploraciones en Honduras”, William V.
Wells, 1857, BCH-EDUCA 1982
Publicado en la Revista "Yuscaran, Ayer y Hoy" número 9 agosto 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario