En febrero de 1903 se dio la toma de Danlí, realizada
por el general Miguel R. Dávila, en esta toma lo acompañaba el poeta Froylán
Turcios, después de 30 horas de combate con bajas para ambos bandos, el coronel
Teófilo Cárcamo, encabezó un contingente de jóvenes enemigos del régimen,
quienes rompiendo las puertas de la iglesia lograron derrotar a los
gobiernistas.
La siguiente anécdota fue
escrita por el mismo Froylán Turcios y recogida en el libro Memorias y Apuntes de viaje de Froylán
Turcios, lo relatado sucede después del combate de Danlí y la toma de
Yuscarán en 1903, la anécdota dice así:
En una de aquellas clarísimas y tibias mañanas de
marzo en Yuscarán fui a bañarme al río, cerca del sitio en que aun se ven
algunas casas en ruinas, antiguas residencias de los ricos mineros. Dentro del
agua, fresca y gratísima, gozaba de uno de los placeres que más me deleitan.
Sentíame pleno de salud, alegre, optimista, en aptitud de realizar cualquier
acto extraordinario. Miraba la metálica
limpidez del firmamento, por el que vagaban grandes nubes de encendida
plata, con esa emoción de eterno soñador de imposibles quimeras.
A pocos pasos unas campesinas atravesaban la corriente
con las ropas arremangadas hasta las caderas. La última era muy mocita, muy
guapa, a quien saludé levantando los brazos como si deseara abrazarla. Volvióse
hacia mí y en su inconsciente movimiento
me mostró durante unos segundos…
Deslumbrado, sentí correr por mis venas un fuego devorador. Mi cabeza
ardía y mi corazón saltaba enardecido. Al salir del agua, en la margen opuesta
del río, la muchacha, con la mano en alto, me hizo un llamamiento. Perdí
entonces la serenidad que aun me quedaba. En dos saltos estuve junto a mi ropa.
Vestime rápidamente, me lancé sobre el caballo, y corrí tras la mozuela.
Miré el sitio señalado: una
enorme piedra con estrecha gradería que daba acrobático acceso a la montaña.
-Por ahí es imposible subir montado y aún a pie es muy difícil no teniendo
costumbre de hacerlo. Si va a Santa Cruz dé la vuelta al cerro. Al Buen paso
tardará media hora.
Un ímpetu de súbita audacia violentó mis sentidos con tan ciega potencia que,
clavando con furia las escuelas al caballo y golpeándole las ancas con el
chicote, lo precipité por aquella empinada escalera. Pero inútilmente.
-Se mata, señor, se mata –gritaban de una casa vecina.
No atendí razones, y atormentando al brioso animal, le hostigué de tal modo
que, veloz como una flecha, subió hasta lo más alto de la roca.
I oyendo las exclamaciones de asombro que se elevaban
del camino corrí hasta alcanzar a las mujeres. Al verme llegar en forma tan
arrebatada, la doncella, temerosa, comprendiendo mi deseo, se refugió tras de
las otras. I este simple acto bastó para que la fría razón se impusiera sobre
el vértigo de mi instinto. Arrendé hacia atrás el caballo, regresando al lugar
por donde subí. Ya en el extremo contrario del ardiente anhelo que me impelió
hacia arriba, con perfecta conciencia del peligro, pero amargado, por la
decepción, lancé al sudoroso bruto a lo largo de la piedra rodando por el
sendero. En pocos segundos levantóse resoplando, y yo aferrado a sus crines, lo
obligué a emprender una carrera frenética hacia la ciudad, entre la sorpresa de
los aldeanos testigos de mi quijotesca aventura. **Aclaración: Se incluye el español
original de esa época.
Nació el 7 de julio de 1874 en la ciudad de Juticalpa, departamento de Olancho
y muere en
San José, Costa Rica el 19 de noviembre de 1943. Fue un poeta, narrador, editor, antólogo y periodista hondureño que junto a Juan
Ramón Molina fue el intelectual de Honduras más importante de principios
del siglo XX. Nacido como José Froylán De Jesús Turcios, fue Ministro de Gobernación, diputado del
congreso nacional, y delegado de Honduras ante la Sociedad de Naciones de Ginebra, Suiza. Dirigió el diario El Tiempo de Tegucigalpa y fundó varias revistas.
En
el plano personal y literario fue amigo del poeta nicaragüense Rubén Darío y
secretario privado del General Augusto Cesar Sandino.
Escribió
entre muchas obras la composición Yuscarán,
Ciudad Mágica que comparto con ustedes.
Yuscarán Ciudad Mágica, Por Froylan Turcios
¡Yuscarán, ciudad legendaria de amores y de sueños,
adormida al pie del formidable Monserrat, que eleva audazmente en los aires sus
vastas columnas de piedra! En un pálido crepúsculo de otro vuelvo a verte, y
siento florecer en mi alma una profunda canción al rumor de tus aguas, bajo tu
cielo cerúleo y entre la fragancia balsámica de tus brisas.
Evoco al mirarte, en tu suave placidez interior de las
medias noches, las ruidosas metrópolis españolas llenas de fantasmas. Cruzando
por tu recinto, pienso en Toledo, con sus angostas calles, sus altas casas y su
aire íntimo de fabuloso ensueño. Sólo faltan, para que el hondo recuerdo
fulgure en toda su plenitud, las rojas macetas de geranios en las ventanas y
los risueños rostros de las muchachas entre el mágico sol de las primaveras.
!Pintoresca Sultana de Oriente, que resplandeces en tu
gracia seductora!
¡Salve a ti por las manos amigas que me saludaron al
llegar! ¡Salve por tu lindas mujeres que como lirios refulgen en tu jardín
encantado!
¡Caigan mis palabras como lluvias de rosas sobre las
fértiles cabelleras de tus vírgenes! ¡Feliz de mí si la más grácil y dulce
recoge una en su tímida mano y la prende en su corpiño!
Recopilaciones Lic. Hector Ramón Cortés en la Revista Yuscarán, Ayer y Hoy, Numero 5, Abril 2013
Fuentes: Libro Memorias y apuntes de viaje de Froylán Turcios, Secretaría de Cultura, Artes y Deportes, Páginas 212-214, Diario La Tribuna, 13 de julio de 2009 y Eliseo Romero, Monografía de la Ciudad de Yuscarán, año 1969.
Fuentes: Libro Memorias y apuntes de viaje de Froylán Turcios, Secretaría de Cultura, Artes y Deportes, Páginas 212-214, Diario La Tribuna, 13 de julio de 2009 y Eliseo Romero, Monografía de la Ciudad de Yuscarán, año 1969.
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