domingo, 2 de junio de 2013

Getrudiz Reconco la madrina del General Francisco Morazan

Gertrudis Ramírez Vda. De Reconco
Doña Guadalupe sufrió un alumbramiento difícil al nacer su primogénito José Francisco, como fruto de su amor conyugal con don Eusebio, y por eso se había retardado la cristianización del nuevo discípulo de Cristo, pues hasta el 16 de octubre pudo efectuarse aquel acto religioso, habiendo aquél nacido el 3 del expresado mes del año de gracia de 1792.

Nos figuramos –mentalmente- los contornos de aquella sencilla y elocuente ceremonia de un hogar cristiano de nuestra amada Honduras, en plena era del coloniaje extraño, en que saliendo los concurrentes de la casa de don Antonio Pío Ortiz, situada en lo más céntrico de la naciente villa, para cumplir así con un precepto de la Religión Católica. Y vemos, asimismo, ese desfile por la antigua calle central que conduce a la Plaza de Armas, al rumbo oriente de la cual, se alza la arquitectura armoniosa de la esbelta Catedral que, como una joya maravillosa, puso en el corazón de la modesta aldebuja, la fé arcangélica de José Simón de Zelaya; y, de pronto traspasando el umbral del sagrado recinto, dirigiéndose la comitiva hacia el interior, se encuentra frente al Tabernáculo, con el viejo Padre Cura don Juan Francisco Márquez, que en ese instante alzaba hacia el cielo sus oraciones y se preparaba a cumplir con el elevado ministerio de ofrecer el óleo, el agua y la sal al nuevo ciudadano que iba a bautizar en aquel momento solemne que Dios había señalado.

De pronto frente a la pila bautismal que donara el Cura y Vicario Lic. Francisco Alemán, en 1643, toma en sus brazos al infante la noble matrona doña Gertrudis Ramírez Vda. De Reconco, y todos los presentes en la unciosa ceremonia, se ponen en carácter, revestidos de la reverencia que corresponde a su condición de creyentes y de buenos católicos, y principia el acto ritual que el noble Padre Márquez subraya, espiritualmente, con todo el fervor quizás, del presentimiento de que aquel niño, con el correr del tiempo, llegaría a ser el máximo representativo de su tierra y de los ideales universales de la libertad humana.

Habiendo fallecido, allá por el año de 1788, el Capitán español don Bernardo Fernández Reconco, que fue Teniente de Alcalde Mayor durante muchos años en el Partido de Texiguat, que era casado con doña Gertrudis Ramírez Bonilla fue nombrado depositario de todos los bienes raíces y muebles de aquél, don Juan Bautista Morazán, y como éste se negara por primera y segunda vez a aceptar dicho depósito, fue apremiado por Juez competente para su aceptación, tomando en cuenta su honorabilidad y ser el sujeto de mayores caudales, en su época, en el mineral de San José de Yuscarán.

En 1790 se suscitó un ruidoso litigio promovido por la viuda del Capitán Reconco, reclamándole a fuertes pérdidas al señor Morazán, ocurridas, decía ella, en las haciendas, minas y casas de su difundo esposo; y, para su defensa, nombró don Juan Bautista, como su apoderado a don Benito Alemán, y se siguieron los trámites de ley, designándose un Juez comisionado para ventilar las diligencias en Yuscarán, recayendo tal nombramiento en don Fernando José de Avilés, y en las cuales declararon a favor del señor Morazán varios testigos, entre ellos, don Felipe Borjas, y de conformidad en el cuestionario presentado por el señor Morazán.

Es interesante la lectura de los escritos que se conocen acerca de este célebre asunto judicial, pues hay que tomar en cuenta que se trataba de propiedades valiosas que fueron estimadas en la cantidad de $ 83,814 pesos que en aquellos tiempos, se consideraba en el país como un enorme capital.

Y para el año del fallecimiento de don Juan Bautista Morazán, ocurrido en Yuscarán, a principios de 1792, las partes litigantes habían llegado a un feliz entendimiento, lo que se comprueba evidentemente en el hecho de haber sido doña Gertrudis Ramírez Vda. De Reconco, la madrina del nieto legitimo de don Juan Bautista Morazán.

Doña Gertrudis Ramírez Bonilla Vda. de Reconco, llevaba el mismo nombre de doña Gertrudis Alemán, la primera esposa de don Juan Bautista Morazán, o sea  la abuela paterna del General Francisco Morazán, y la cual fue hija legitima del Coronel español don Diego Ramírez y de la esposa de éste, doña Ana María Bonilla, con quien también procreó a don Miguel y a don Juan Francisco Ramírez, que fueron sacerdotes y ejercieron su ministerio respectivamente en Comayagua y en Guadalajara (México).

El Coronel Ramírez, que fue “vecino de este lugar, hombre de toda distinción” (como se lee en la nómina de los principales vecinos del Real de Minas de Tegucigalpa, hecha el año de 1762), cuando aquél ya había fallecido, fue casado en primeras nupcias con doña Ignacia de Herrera Casco Beltrán, dama de toda distinción por sus ascendentes venidos entre los conquistadores y colonizadores españoles, y tuvo con ella, entre otros hijos, a don Manuel Ramírez, que gozó del empleo de Teniente de Caballería de los reales ejércitos. Doña Gertrudis Ramírez, procreó con su esposo un hijo llamado Lucas Reconco Ramírez, y falleció en esta población el año de 1809 siendo sepultado en el Convento de la Merced.

Y, así termina este sencillo relato, como los cuentos clásicos en que, los protagonistas o sus descendentes, al parecer irreconciliables, terminan sus desavenencias terrenales, dándose un abrazo fraternal, frente a la Gracia Suprema de Dios.

Escrito por  Justo Pérez, Tegucigalpa, D.C., 16 de octubre de 1944, Publcado en la Revista Yuscarán, Ayer y Hoy por el Lic. Hector Ramón Cortés, Número 1, Diciembre 2012
Fuente: Revista del Archivo y Biblioteca Nacional, 14ava Edición.






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