miércoles, 28 de agosto de 2013

Un repunte de la minería en Yuscarán, años 1880 a 1890

Los mineros hondureños pudieron abandonar los primitivos métodos en el beneficio de la plata casi a finales del siglo XVI; por entonces fue introducido aquí el sistema de amalgación inventado en México por Bartolomé Medina,  insustituible, por lo que los reyes de España lo estancaron (restringir venta fiscal) para el beneficio de la Corona en 1559.


Pero al iniciarse el siglo XIX, la industria minera vino a menos; algunos suponen que este decaimiento se originó por la dificultad de conseguir el azogue (mercurio), que unas veces provenía de Almadén en España y otras de Guancavélica en el Perú y cuando se conseguía, los precios eran tan elevados que no daban el rendimiento apetecido; otras opiniones parecen revelar que la falta de braceros atajo el auge minero. A raíz de 1821, los propietarios de minas productivas cerraron sus operaciones; la inseguridad pública, la amenaza constante de las convulsiones internas y disputas internacionales mantuvieron en zozobra al inversionista y aunque la mina de por si es fuente de riqueza, esta no se produce si no hay una inversión que garantice el pago de los obreros, el mantenimiento de los planteles, el transporte del metal a los mercados y el rendimiento de ganancias que toda empresa comercial persigue. Por estas circunstancias solo quedaron beneficiando pequeñísimos filones, muy discretamente trabajados, los “gambusinos” y los “guirises” formando en realidad un patrimonio familiar de alguna monta, pero no una fuente de riqueza nacional.

Marco Aurelio Soto y la minería en Yuscarán

Fue el gobierno reformista del visionario Doctor Marco Aurelio Soto el que reabrió el capítulo minero en Honduras. Se ha acusado al Dr. Soto de haberse enriquecido con este renglón. Por razones bien conocidas el Gobierno tuvo que buscar en el extranjero el capitalista que estuviese interesado en invertir para explotar un renglón tan productivo como la minería. Pero no fue fácil encontrar esos capitalistas; el Gobierno se vio precisado a desplegar una campaña muy activa en los periódicos norteamericanos, especialmente en New York, anunciando los incentivos que estaba dispuesto a conceder al capital extranjero que invirtiera en esta empresa; Entre 1880 y 1900 Honduras experimento un auge minero de considerables dimensiones que rehízo su configuración económica dentro de un modelo similar al que había obtenido en el período colonial. El oro y la plata eclipsaron a la ganadería, al corte de maderas y temporalmente superó el cultivo del tabaco y los embarques de fruta. Gambusinos y mineros procedentes de los Estados Unidos y sus territorios especialmente los de Nevada, Colorado, Dakota y California, de  Inglaterra, Francia y aun Alemania recorrieron las faldas montañosas de la vertiente del Pacifico y las frías aguas auríferas de Olancho, cada quien buscando su Dorado.


Pantaleon Colllier, quien residía en Yuscarán, organizó una compañía accionista, denominada Sociedad Minera de Yuscarán, en marzo de 1878 “Debido a que la Ordenanza de la minería (el código minero que había retenido Honduras después de la Independencia) no incluía la capitalización corporativa. El presidente Soto emitió una dispensa especial bajo la cual esta compañía podía ser formada”  Este incidente probablemente atrajo la atención de Soto a los inconvenientes de las regulaciones hondureñas referentes a la minería y lo estimularon a buscar su reforma inmediata.

Don Alecio Fortin
Los accionistas de esta compañía incluían a muchos prominentes hondureños, Abelardo Zelaya era un comerciante hondureño, dueño de haciendas y magnate minero de primer orden, Daniel y Alecio, J. Camilo, Simón Fortín eran todos miembros de una familia de élite de Yuscarán. Daniel fue el Gobernador del Departamento de El Paraíso por muchos años, Mónico Córdova fue un destacado comerciante, Alcalde de Yuscarán y también Gobernador Político y el mismo Presidente Soto era el principal accionista.

La compañía solo tuvo un éxito moderado debido a que los accionistas nos pagaban sus cuotas en formar regular. Sin embargo, los directores declararon varios pequeños dividendos antes de que la compañía fuera legalmente disuelta en 1884.El 1º de enero de 1881 entró en vigencia el nuevo código minero que erradicó muchos obstáculos a la minería moderna que estaban inherentes en la vieja legislación española que contenía en las Ordenanzas de la Minería.

El Dr. Soto y su primo Enrique Gutiérrez, poseían la mina EL Rosario en San Juancito y en 1880 se incorporaron a estas varias familias medianamente ricas de New York que fueron tomando el control de la Compañía al adquirir la mayoría de las acciones. Soto otorgó a la compañía las siguientes exenciones por un periodo de 20 años o sea hasta 1900. 1) respecto al impuesto sobre maquinaria, equipo o materiales necesarios para las operaciones diarias de un campo minero; 2) impuesto de exportación sobre los minerales; 3) todos los impuestos municipales y nacionales de cualquier tipo. El 8 de diciembre de 1882 se extendieron estos beneficios a cualquier establecimiento minero “formal” que operara en el país. Además de exonerar a las compañías de cualquier tipo de impuestos, se acordó otorgables derechos de requisición de madera y agua. A su vez les imponía varias obligaciones; no podían vender los artículos sujetos a impuestos que importaran bajo la exención; tenían que construir bodegas seguras para el almacenamiento de pólvora; y tenían que registrar su compañía con el Gobernador Político cada cuatro meses.

Publicado en la Revista "Yuscaran, Ayer y Hoy" Numero 7 de mayo 2013



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