Fue el gobierno reformista del visionario Doctor Marco
Aurelio Soto el que reabrió el capítulo minero en Honduras. Se ha acusado al
Dr. Soto de haberse enriquecido con este renglón. Por razones bien conocidas el
Gobierno tuvo que buscar en el extranjero el capitalista que estuviese
interesado en invertir para explotar un renglón tan productivo como la minería.
Pero no fue fácil encontrar esos capitalistas; el Gobierno se vio precisado a
desplegar una campaña muy activa en los periódicos norteamericanos,
especialmente en New York, anunciando los incentivos que estaba dispuesto a
conceder al capital extranjero que invirtiera en esta empresa; Entre 1880 y 1900 Honduras experimento un auge minero
de considerables dimensiones que rehízo su configuración económica dentro de un
modelo similar al que había obtenido en el período colonial. El oro y la plata
eclipsaron a la ganadería, al corte de maderas y temporalmente superó el
cultivo del tabaco y los embarques de fruta. Gambusinos y mineros procedentes
de los Estados Unidos y sus territorios especialmente los de Nevada, Colorado,
Dakota y California, de Inglaterra, Francia y aun
Alemania recorrieron las faldas montañosas de la vertiente del Pacifico y las
frías aguas auríferas de Olancho, cada quien buscando su Dorado.
Pantaleon Colllier, quien residía en Yuscarán,
organizó una compañía accionista, denominada Sociedad Minera de Yuscarán, en
marzo de 1878 “Debido a que la Ordenanza de la minería (el código minero que
había retenido Honduras después de la Independencia) no incluía la
capitalización corporativa. El presidente Soto emitió una dispensa especial
bajo la cual esta compañía podía ser formada”
Este incidente probablemente atrajo la atención de Soto a los
inconvenientes de las regulaciones hondureñas referentes a la minería y lo
estimularon a buscar su reforma inmediata.
Don Alecio Fortin |
La compañía solo tuvo un éxito moderado debido a que
los accionistas nos pagaban sus cuotas en formar regular. Sin embargo, los
directores declararon varios pequeños dividendos antes de que la compañía fuera
legalmente disuelta en 1884.El 1º de enero de 1881 entró en vigencia el nuevo
código minero que erradicó muchos obstáculos a la minería moderna que estaban
inherentes en la vieja legislación española que contenía en las Ordenanzas de
la Minería.
El Dr. Soto y su primo Enrique
Gutiérrez, poseían la mina EL Rosario en San Juancito y en 1880 se incorporaron
a estas varias familias medianamente ricas de New York que fueron tomando el
control de la Compañía al adquirir la mayoría de las acciones. Soto otorgó a la
compañía las siguientes exenciones por un periodo de 20 años o sea hasta 1900.
1) respecto al impuesto sobre maquinaria, equipo o materiales necesarios para
las operaciones diarias de un campo minero; 2) impuesto de exportación sobre
los minerales; 3) todos los impuestos municipales y nacionales de cualquier
tipo. El 8 de diciembre de 1882 se extendieron estos beneficios a cualquier
establecimiento minero “formal” que operara en el país. Además de exonerar a
las compañías de cualquier tipo de impuestos, se acordó otorgables derechos de
requisición de madera y agua. A su vez les imponía varias obligaciones; no
podían vender los artículos sujetos a impuestos que importaran bajo la
exención; tenían que construir bodegas seguras para el almacenamiento de
pólvora; y tenían que registrar su compañía con el Gobernador Político cada
cuatro meses.
Publicado en la Revista "Yuscaran, Ayer y Hoy" Numero 7 de mayo 2013
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