Tomado Del libro “De Santos y Pecadores”, de Leticia Oyuela
Don Daniel Fortín |
Doña Mariana había gozado siempre del respeto de los
vecinos habitantes del valle de Yeguare, al que ya empezaban a llamar El
Zamorano, en recuerdo de aquel viejo poblador, don Francisco del Valle, casado
con doña Isabel María Castellón, original dueño de todas esas tierras. El
fraccionó sus 180 caballerías en tres
partes, de las cuales los Ordoñez, por herencia de don Manuel Antonio Gómez,
disfrutaron de una de esos tercios en el último cuarto del siglo XVIII.
La angustia de doña Mariana estaba íntimamente
conectada con el temperamento y el carácter de aquellos hijos de ella, de su
propio vientre, que eran Daniel Fortín Ordóñez, nacido en Yuscarán el 7 de mayo
de 1871; la dulce Concepción y Cornelio débil y endeble, atacado a temprana
edad por la peste blanca, cuyo bacilo parecía haber impregnado las paredes de
la hermosa casa de San Francisco.
Daniel, con quien se había desposado en 1869, era
quizá el más difícil de los hijos de doña Petrona. Parecía que en él se habían sintetizado todos
los conflictos que marcaban la estirpe. Poseía un don de mando voluble,
volubilidad que impregnaba su vida personal por aquella gran fantasía y el
perpetuo aire de gran señor, que lo llevaba a fabular grandes pasiones. De la
misma manera que se expresaba en los juegos
de azar, que lo mantenían ensimismado, quieto, rígido, con los ojos
desorbitados, ya fuera frente al tapete verde en el misterio aleatorio de los
naipes o en los improvisados petates de las timbas de los jugadores de dados,
armadas en los caminos de tránsito hacia Guatemala.
Todo aquello producía los suspiros que ahogaban el
pecho de doña Mariana, tal como lo advirtió la viajera norteamericana. Los
suspiros eran impuestos por el deber que
tanto el sistema como la tradición, imponían a las mujeres, como una lápida
prematura. Su basamento se centraba en el honor de la familia, en el respeto a la
sangre así como en el sentido de
honor y el sostenimiento de un patrimonio, garantía para el futuro. Todo ello
hacía de las madres esas verdales del culto familiar y de las mentiras, que
ahora llamamos fantasmas, ocultados cuidadosamente dentro de los armarios, ya
que los secretos familiares – sobre todo conductuales-, en esa sociedad
desacralizada, no llegaban ni al confesionario. Así las vidas se impregnaban
del peso de la secretividad, que apartaba a los personajes de una auténtica
realidad.
Daniel Fortín Ordoñez |
Así fue que la familia, para sostener aquel
esplendoroso estilo de vida, comenzó a vender alguna que otra veta minera de
Yuscarán y a asociarse con algunas familias de la localidad –con poder
político- coma la que efectuaron don Severino Retes que seguía sacando plata
extemporáneamente, a fin de cubrir los compromisos contraídos con algunas casas
importadoras de Wallis (Belice). La acción
respondía al imperativo de no perder la oportunidad de figurar entre los
exportadores de plata de Honduras. En esa misma época surgió la primera
sociedad registrada con el nombre de Fortín&Bonilla. Esto nos permite ver
cómo, la debilidad financiera de los grupos económicos hondureños los lleva, en
momentos inconfesados de crisis, a establecer alianzas con el poder político,
buscando el oligopolio, que no siempre es determinante de éxito sino, más bien,
una visión profética de la crisis que conduce al fracaso.
Cuando surgió la sociedad Fortín&Bonilla, una foto
quedó como testimonio significativo. Posiblemente doña Mariana la ocultó
durante muchos años en el soporte del pequeño lienzo en el que Toribio Jerez
pintó el retrato de su hijo Daniel – con texto incorporado - a la edad de treinta años (ahora se puede
contemplar en la colección privada de la Escuela Agrícola del Zamorano). En él
se observa a un joven delgado, con pretensiones de elegancia por la moda que
lleva, de corte muy londinense; Las manos apoyadas en los bolsillos –la típica
actitud del dandy – pero con una sonrisa muy tímida, introspectiva, muy pagado
de ser la cabeza de una herencia, no sólo económica, agobio pesado que
constriñe el destino, anulando el futuro.
Conforme a la escritura otorgada por el notario don
Pedro José Bustillo, Fortín&Bonilla arranca en 1884: don Policarpo obtiene
el 30 por ciento del monto de la sociedad establecida en la suma de 100,000
pesos y recibe facultades para negocia contratos de inversión que proporcionen
el necesario circulante para las operaciones de la compañía. El 70 por ciento
estaba representado por los bienes heredados de la original compañía Hermanos
Fortín,
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Era lógico comprender esa alianza con el doctor Policarpo Bonilla porque, en ese momento, él es el hombre más visible en las luchas por el poder público, que se avizoraban dentro de los esquemas del recién organizado Partido Liberal y del cual don Policarpo es el hombre más destacado para representar el poder. Desgraciadamente, para los intereses mineros, no representó la paz necesaria que se requería para su desarrollo, sino todo lo contrario. Con los cruentos sucesos que los historiadores fácticos del país han llamado”revolución del noventa y seis”, se volvió a instaurar en el país la anarquía y el desorden, incrementando la dependencia hacia los países vecinos.
La expansión hacia la línea del comercio, que los hizo
adquirir los restos del remate del viejo almacén de los hermanos Ugarte, amplió
la necesidad que el grupo Fortin&Bonilla tenía de capital en numerario, mas
no consideraron la competencia que significaba la inyección económica que, por
otro lado fortalecía el antiguo negocio – también de import-export- había
heredado don Policarpo por la rama de los Gutiérrez, a través de su boda con
doña Emma Gutiérrez , de antiguo prestigio en el comercio local. Este negocio
se situaba en el ángulo de la Plaza Morazán (donde después estuvo la casa
Quan), mejor ubicado que el sitio comprado a los hermanos Ugarte cerca de las
márgenes del río.
Esa experiencia de asociación
hizo que, cinco años más tarde, en derredor de la industria extractiva se
aglutinara el más definido grupo de poder oligopólico de la Honduras de fines
del siglo XIX. Rota la sociedad Fortin&Bonilla, se creó la Paradiso
Reduction Co, donde participan como tenedores de acciones los viejos coraceros
de la política criolla como don Florencio Xatruch, don Policarpo, los
norteamericanos Enrique Level y Thomas R. Lombard, ambos con domicilio en Nueva
York. También participó el alcalde de Yuscarán, don Sinesio Andino, como único
propietario de la tierra que contenía la mina y el ingenio de metales llamado
El Aguacate: don Adalberto Zelaya, en su carácter de heredero de don Santiago
del mismo apellido, con las vetas de Monserrat y Sacramento, que habían
comprado a don Benjamín Lozano, don José María Lazo, don Manuel Sequeiros y
otros en el rescate que efectuaban de la sucesión de la Bladoquin Gold&Placer, según consta en el acta firmada en el Juzgado de Primera
Instancia de Yuscarán, el 14 de febrero de 1885.
Publicado en la Revista Yuscarán, Ayer y Hoy, Número 1, Diciembre 2012
Existe algún libro sobre biografías de la familia Fortin ? Estoy recabando datos sobre Petrona Fortin y su hijo Daniel Fortin Colindres, me interesa mucho, gracias
ResponderEliminarMe avisa si encuentra mas informacion sobre la familia Fortin. Mi bisabuelo era Horacio Fortin.
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