miércoles, 1 de mayo de 2013

Sociedad Minera Fortín & Bonilla


Tomado Del libro “De Santos y Pecadores”, de Leticia Oyuela

Don Daniel Fortín
La gran empresa de la familia Fortín, tal como ya la conocemos, fue fundada por Petrona Fortín, quien organizó una sociedad colectiva en la que participaron sus hijos: Daniel, Celso, Camilo y José Donato. Con ellos manejó el enclave minero de Yuscarán, después de que compró las más importantes vetas abandonadas por los franceses Leroux, los hermanos Durand, Belligocourt y otros más, en los momentos de la baja de la plata. Por eso envió a su hijo natural, Marcial Fortín Fiallos, a explotar los placeres auríferos de las abandonadas minas hispánicas de San Antonio de Oriente y San Antonio de Occidente. Doña Petrona, que murió en 1862, se enfrentó con la muerte prematura de sus hijos, lo que impidió el fortalecimiento del proyecto. Celso falleció a los 22 años, Camilo a los 56 y Donato a los 29. Solamente Daniel le sobrevivió, sosteniendo una relación muy especial con doña Mariana aquella joven criolla que había heredado las posesiones de sus padres. Dionisio Ordoñez y Juana Colindres, en el espléndido valle de Yeguare.

Doña Mariana había gozado siempre del respeto de los vecinos habitantes del valle de Yeguare, al que ya empezaban a llamar El Zamorano, en recuerdo de aquel viejo poblador, don Francisco del Valle, casado con doña Isabel María Castellón, original dueño de todas esas tierras. El fraccionó sus  180 caballerías en tres partes, de las cuales los Ordoñez, por herencia de don Manuel Antonio Gómez, disfrutaron de una de esos tercios en el último cuarto del siglo XVIII.

La angustia de doña Mariana estaba íntimamente conectada con el temperamento y el carácter de aquellos hijos de ella, de su propio vientre, que eran Daniel Fortín Ordóñez, nacido en Yuscarán el 7 de mayo de 1871; la dulce Concepción y Cornelio débil y endeble, atacado a temprana edad por la peste blanca, cuyo bacilo parecía haber impregnado las paredes de la hermosa casa de San Francisco.

Daniel, con quien se había desposado en 1869, era quizá el más difícil de los hijos de doña Petrona.  Parecía que en él se habían sintetizado todos los conflictos que marcaban la estirpe. Poseía un don de mando voluble, volubilidad que impregnaba su vida personal por aquella gran fantasía y el perpetuo aire de gran señor, que lo llevaba a fabular grandes pasiones. De la misma manera  que se expresaba en los juegos de azar, que lo mantenían ensimismado, quieto, rígido, con los ojos desorbitados, ya fuera frente al tapete verde en el misterio aleatorio de los naipes o en los improvisados petates de las timbas de los jugadores de dados, armadas en los caminos de tránsito hacia Guatemala.

Todo aquello producía los suspiros que ahogaban el pecho de doña Mariana, tal como lo advirtió la viajera norteamericana. Los suspiros eran impuestos por  el deber que tanto el sistema como la tradición, imponían a las mujeres, como una lápida prematura. Su basamento se centraba en el honor de la familia, en el respeto a la sangre así como en el sentido de honor y el sostenimiento de un patrimonio, garantía para el futuro. Todo ello hacía de las madres esas verdales del culto familiar y de las mentiras, que ahora llamamos fantasmas, ocultados cuidadosamente dentro de los armarios, ya que los secretos familiares – sobre todo conductuales-, en esa sociedad desacralizada, no llegaban ni al confesionario. Así las vidas se impregnaban del peso de la secretividad, que apartaba a los personajes de una auténtica realidad.


Daniel Fortín Ordoñez
Posiblemente Daniel Fortín Ordóñez fue el proyecto directo del clan Fortín, él administró el enclave minero desde muy temprana edad y  a él  le tocó vivir los duro s días posteriores a la Reforma Liberal, cuando se rompe la paz impuesta por los gobernantes reformistas: Marco Aurelio Soto, permanentemente inspirado por el literato Ramón Rosa y don Luis Bográn. En su afán  por hacer realidad la idea unionista de Justo Rufino Barrios, abrieron la caja de Pandora provocando que el país retornara al continuado incendio de la guerra civil, que afectaba directamente a la clase minera, pues quedaba sin mano de obra por la participan de güirises y gurruces, trasformados en soldados llamados a constituir las hordas “revolucionarais” convocadas “al toque del somatén”


Así fue que la familia, para sostener aquel esplendoroso estilo de vida, comenzó a vender alguna que otra veta minera de Yuscarán y a asociarse con algunas familias de la localidad –con poder político- coma la que efectuaron don Severino Retes que seguía sacando plata extemporáneamente, a fin de cubrir los compromisos contraídos con algunas casas importadoras de Wallis (Belice). La acción  respondía al imperativo de no perder la oportunidad de figurar entre los exportadores de plata de Honduras. En esa misma época surgió la primera sociedad registrada con el nombre de Fortín&Bonilla. Esto nos permite ver cómo, la debilidad financiera de los grupos económicos hondureños los lleva, en momentos inconfesados de crisis, a establecer alianzas con el poder político, buscando el oligopolio, que no siempre es determinante de éxito sino, más bien, una visión profética de la crisis que conduce al fracaso.



Cuando surgió la sociedad Fortín&Bonilla, una foto quedó como testimonio significativo. Posiblemente doña Mariana la ocultó durante muchos años en el soporte del pequeño lienzo en el que Toribio Jerez pintó el retrato de su hijo Daniel – con texto incorporado -  a la edad de treinta años (ahora se puede contemplar en la colección privada de la Escuela Agrícola del Zamorano). En él se observa a un joven delgado, con pretensiones de elegancia por la moda que lleva, de corte muy londinense; Las manos apoyadas en los bolsillos –la típica actitud del dandy – pero con una sonrisa muy tímida, introspectiva, muy pagado de ser la cabeza de una herencia, no sólo económica, agobio pesado que constriñe el destino, anulando el futuro.

Conforme a la escritura otorgada por el notario don Pedro José Bustillo, Fortín&Bonilla arranca en 1884: don Policarpo obtiene el 30 por ciento del monto de la sociedad establecida en la suma de 100,000 pesos y recibe facultades para negocia contratos de inversión que proporcionen el necesario circulante para las operaciones de la compañía. El 70 por ciento estaba representado por los bienes heredados de la original compañía Hermanos Fortín, 





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sociedad colectiva, que legalmente respondía ante sus acreedores con todos los bienes de la sucesión de doña Petrona Fortín e hijos. Estos bienes hacían una masa hereditaria de más de un millón de peso plata y se expandieron, en la primera mitad del siglo XIX, gracias al establecimiento de casas import-export, con sedes en Yuscarán, Danlí y Tegucigalpa.
Era lógico comprender esa alianza con el doctor Policarpo Bonilla porque, en ese momento, él es el hombre más visible en las luchas por el poder público, que se avizoraban dentro de los esquemas del recién organizado Partido Liberal y del cual don Policarpo es el hombre más destacado para representar el poder. Desgraciadamente, para los intereses mineros, no representó la paz necesaria que se requería para su desarrollo, sino todo lo contrario. Con los cruentos sucesos que los historiadores fácticos del país han llamado”revolución del noventa y seis”, se volvió a instaurar en el país la anarquía y el desorden, incrementando la dependencia hacia los países vecinos.


La expansión hacia la línea del comercio, que los hizo adquirir los restos del remate del viejo almacén de los hermanos Ugarte, amplió la necesidad que el grupo Fortin&Bonilla tenía de capital en numerario, mas no consideraron la competencia que significaba la inyección económica que, por otro lado fortalecía el antiguo negocio – también de import-export- había heredado don Policarpo por la rama de los Gutiérrez, a través de su boda con doña Emma Gutiérrez , de antiguo prestigio en el comercio local. Este negocio se situaba en el ángulo de la Plaza Morazán (donde después estuvo la casa Quan), mejor ubicado que el sitio comprado a los hermanos Ugarte cerca de las márgenes del río.

Esa experiencia de asociación hizo que, cinco años más tarde, en derredor de la industria extractiva se aglutinara el más definido grupo de poder oligopólico de la Honduras de fines del siglo XIX. Rota la sociedad Fortin&Bonilla, se creó la Paradiso Reduction Co, donde participan como tenedores de acciones los viejos coraceros de la política criolla como don Florencio Xatruch, don Policarpo, los norteamericanos Enrique Level y Thomas R. Lombard, ambos con domicilio en Nueva York. También participó el alcalde de Yuscarán, don Sinesio Andino, como único propietario de la tierra que contenía la mina y el ingenio de metales llamado El Aguacate: don Adalberto Zelaya, en su carácter de heredero de don Santiago del mismo apellido, con las vetas de Monserrat y Sacramento, que habían comprado a don Benjamín Lozano, don José María Lazo, don Manuel Sequeiros y otros en el rescate que efectuaban de la sucesión de la  Bladoquin Gold&Placer, según consta  en el acta firmada en el Juzgado de Primera Instancia de Yuscarán, el 14 de febrero de 1885. 

Publicado en la Revista Yuscarán, Ayer y Hoy, Número 1, Diciembre 2012


2 comentarios:

  1. Existe algún libro sobre biografías de la familia Fortin ? Estoy recabando datos sobre Petrona Fortin y su hijo Daniel Fortin Colindres, me interesa mucho, gracias

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    1. Me avisa si encuentra mas informacion sobre la familia Fortin. Mi bisabuelo era Horacio Fortin.

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